viernes, 15 de junio de 2007

PERFIL DEL POBLADOR BERNALENSE

La bernaleña es alegre, trabajadora, hacendosa, conversadora, respetuosa, experta cocinera y elaboradora de la chicha, participativa en actividades e instituciones, solidaria y humilde.
El bernaleño es alegre y bromista; por eso es el centro de atención y aceptación en las reuniones. Las anécdotas lo persiguen y lo que es un susto o mal momento para uno, es risa y broma para los otros.
Algunas frases son de gente pintoresca que aún vive y otras se han ido quedando impregnadas en el lenguaje popular, a pesar que muchos de sus autores han muerto. Estas frases causan más gracia y hacen que la conversación sea más familiar. Frases como “social, dijo Eulogio”, “como dijo la palabra”, “no seas fatal, dijo Olmedo”, “así es el destino, dijo Negro Amalio”, “bonito tu tío, dijo el finado Julio Pingo”, “jodidazo, dijo Demetriadas”, “cholo no, dijo la quirra”, “por la rebruja de su madre, dijo Chino Panta”, “olvídate, dijo el finado Capazote”, “que más que tuvo la tonta, dijo pellao”, “me vieras, dijo Salomón”, etc., le dan un carácter especial a las amenas conversaciones de los bernaleños.
Otra de las características del bernaleño es su hospitalidad y cordialidad. No por puro gusto somos "Tierra Noble y Generosa". Esto es quizá imperceptible por el propio lugareño, pero el visitante lo percibe. La cordialidad se aprende diariamente al departir momentos en armonía y amistad, sin altercados; al compartir la mayor parte del año en fiestas religiosas y sociales y al sentirse como una gran familia. Todo esto le hace ser servicial ante el forastero, generoso y desprendido con lo poco que tiene y sentir placer al atender. Con su franqueza y alegría ofrece sus variados potajes y su rica chicha de jora, que se sirve en los tradicionales "potos".
Sobre esto último diremos que, debido a la zona calurosa donde nos encontramos, el bernaleño tiene predisposición para aplacar en todo momento la angustiante sed. Diariamente se consumen grandes cantidades de chicha y clarito (jarras y bidones) Es muy dado a ingerir su chicha. Y el que no nace con esa inclinación aprende. Es parte de su sociabilidad tomar por el menor motivo. Una banderita blanca en una casa anuncia que hay chicha para vender y buenos piqueos para disfrutar y tal vez música (Cantaritos de Oro, Karibe, los Hayas, Los Bellkings) para disfrutar de la alegría. Tomar chicha tiene su rito, el de la amistad. Beber es un pretexto para la conversación.
El bernaleño es pacifista pero no cobarde; frente a la pasividad ante la vida, puede decirse que también es optimista. Esto le ha permitido salir adelante en cada prueba que el destino le ha puesto, como el enfrentar la falta de agua, las lluvias torrenciales por varios períodos y la falta de trabajo.
Es, también, solidario. Cuando un vecino está en desgracia está presto a colaborar económicamente ante el llamado de la “emisora” o en alguna actividad benéfica.
Por último diremos que tiene arraigada religiosidad popular por costumbre y tradición. Es infaltable en la devoción a un santo, la participación en una celebración de alguna hermandad o sociedad o las sacrificadas peregrinaciones. ¡Pobre de aquel que le falte al Santo o la Virgen o que no participe de alguna fiesta, ya sea como mayordomo, devoto, obligante, o simplemente como “gorrero”!
Jorge L. Tume Quiroga

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