sábado, 1 de agosto de 2009

CAPITAL REGIONAL DEL CARNAVAL

EL MEJOR CARNAVAL DE LA REGIÓN

Jorge Luis Tume Quiroga

Es en Bernal donde se celebra el mejor carnaval de la región, por eso es denominada Capital Regional del Carnaval de Piura. Mucha gente que se da cita a esta feria así lo ha calificado y con justa razón.
En nuestra capital distrital, los primeros arranques de alboroso empiezan el día lunes con la entrada triunfal de las cinco bandas de músicos pertenecientes a las organizaciones Yunce de la crema, Yunce verde florido del sur, Yunce verde del norte, Yunce rojo encarnado y El sin rival yunce de la esquina. Todas estas bandas recorren las calles encabezadas por el primer y segundo mayordomo, encargados de la celebración. Viene el apetitoso desayuno y después de él todos se dirigen al Cementerio San José, a la romería a los mayordomos fallecidos, con la finalidad de rendirles homenaje por heredarnos el carnaval y pedirles permiso para iniciar las celebraciones. Inmediatamente viene el suculento almuerzo y después la visita a las casas de los mayordomos que tienen que atender a todos con bebidas, ya sea cerveza o chicha de jora. Se oye la voz de los presentes: ¡Qué bailen los dueños de casa!; les entregan las banderas que identifican al yunce. Sale presurosa la esposa del mayordomo y todas las damas presentes, cogen su bandera y zapatean al ritmo de la marinera y el huayno. Siendo el carnaval, signo de colorido, todos sin excepción reciben una descarga de talco perfumado sobre sus rostros y cabellos.

Así confundidos en la expresión de la alegría, se recibe la noche. Todos se dirigen a la merienda y luego al parque Miguel Grau, a la gran retreta que es el contrapunto de las bandas de músicos que deleitan al público con su variado repertorio. El orgullo sale a relucir con la frase "a nosotros nadie nos gana". La competencia genera alboroto por demostrar quienes son menores. Se dan cita, también, las esposas de los mayordomos que les ha tocado brindar el suculento caldo de gallina criolla para mantener el ánimo.
Como si esto fuera poco, los mayordomos organizan bailes gratis con orquestas, y así hasta altas horas de la noche, continúan los destellos propios de una feria.

El día martes, a tempranas horas, los mayordomos con sus respectivas bandas se dirigen al domicilio donde toca recibir el desayuno, pues con anticipación se ha designado a algunos mayordomos, quienes ofrecen un exquisito desayuno que no parece desayuno, pues se sirve ceviches, cabrito, chicha y cerveza. Luego van a casa de cada una de las damas que, vestidas con el color que identifica el yunce, irán bailando delante de todos. Recorren las calles invitando a todo el pueblo a la traída del árbol que representa al yunce y que lo plantan en el sitio de siempre. La banda entona “la diana”, que es una melodía en son de triunfo. Se saborea la rica chicha, cortesía de algunos mayordomos y luego se dirigen a saborear el suculento almuerzo que por ser de carnaval es muy vitaminoso. Se continúa con la visita a los mayordomos que con anticipación se han preparado y siempre reciben a los visitantes con los brazos abiertos, de no ser así “el testamento lo dirá todo”.
El orgullo es aún más grande cuando se encuentran por la misma zona los mayordomos de diferentes yunces con sus bandas, cada una entonando su marinera. Los mayordomos de un yunce bailan con las damas del otro yunce y se arma la disputa por ver quien se cansa primero o quien baila mejor.
Llega gente de diversas partes del Perú y del extranjero. Todos se contagian con la misma alegría. En la noche, después de la merienda, es la gran retreta en el parque Ramón Castilla, asimismo los bailes populares, gratuitos, con las mejores orquestas del Perú, culminando así el día martes.

Amanece con un cielo limpio y claro, ya se sienten los primeros rayos; todo es alegría; es que ha llegado el miércoles, el día central y el más alegre del carnaval. Desde las nueve de la mañana, los mayordomos y la banda se dirigen a desayunar, luego recorren las calles entonando alegres marineras y sacando a las damas de sus casas para después ir casa por casa dejando alegría. Se procede al adornamiento del yunce; ¡Cuántas cosas de ven!, frutas, cosecha de los campesinos que a pesar de los problemas jamás se olvidan de su San Chabaquito; ropa según el color que identifica el yunce; bebidas y un sin número de cosas que adornan de una manera colorida. Se dirigen, luego, al almuerzo. La gente se encuentra fuera de sus casas gozando de las maravillas que vuelcan las costumbres, llegando al extremo de la felicidad por vivir momentos inolvidables en los que no caben tristezas, porque aún en el fondo del alma hay un lugar para sonreír, viendo tantos colores juntos.
En la tarde se realiza en gran Concurso de Comparsas y Carros Alegóricos. Es una experiencia inolvidable pues la creatividad y alegría de los participantes no tiene igual.
A partir de las seis de la tarde, las bandas recorren las calles invitando a la tumba del yunce que se inicia a las siete de la noche. El primer mayordomo la inicia. La banda entona la melodía "Yuncesito lindo, ¿quién te tumbará?". Cada mayordomo va dando con el hacha y uno que otro se lo quiere tumbar porque es un orgullo celebrar el carnaval.


Y sucede lo que ansiosamente se esperaba, la caída del árbol; la banda con más fuerza que nunca entona la Diana y un multitudinario público se arroja sobre el árbol caído con la esperanza de recoger alguna fruta o sorpresa. Todos felicitan al nuevo primer mayordomo que, junto con el que dio hachazos antes que él, se encargarán de la celebración el próximo año. Se lleva el árbol a la casa del primer mayordomo, luego se dirigen a la merienda y a seguir bailando.
Es tradición de algunos yunceros después de la caída del árbol, la quema de un castillo gigante de fuegos artificiales que hacen del carnaval una verdadera fiesta, digna de admiración.
El día jueves, la gente se levanta un poco cansada pero con grandes ganas de gozar el último día del carnaval. En este día ya no se juega con agua, talco ni betún. Temprano, los mayordomos, van al desayuno y luego continúan las calles vistiéndose de melodías de marinera y huaynos tan alegres como el vaivén de los algarrobos. A partir de la una de la tarde empiezan “las cuentas” que se realizan en casa del primer mayordomo y consiste en que el resto va a dejar su cuota económica, acordada con anticipación, para luego saborear el rico almuerzo asentado con chicha de jora y cerveza, bailando hasta cansarse…

Y llegó la hora de finalizar con la fiesta. A las ocho de la noche se recorre la calle Comercio con el muñeco que representa al “Ño Carnavalón”, la banda entona una melodía triste y las “viudas” lloran de una manera picaresca. Se va leyendo en sitios estratégicos su “testamento”, hecho por algunos mayordomos en secreto. En él salen a la luz cosas que no se sabían, pero se transmiten en una forma exagerada. La gente ríe burlonamente, otros se sientes ofendidos; sin embargo, todo se perdona por ser carnaval.
Cuando se llegó al lugar apropiado se quema el muñeco como signo de que murió, por esta vez, el carnaval; las viudas bailan alrededor de él y después, todos alegremente, regresan al pueblo a comer y seguir bailando hasta el amanecer, culminando así el famoso gran Carnaval Bernalense.
Por esto y mucho más, mi tierra, es la Capital Regional del Carnaval.

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